lunes, 28 de junio de 2010

No puede haber un puente tan breve como éste...



Te has quedado de pronto tan vacía
ya tan fuera de ti, que es necesario
suponer la existencia de algún puente
gris, azul, pero siempre caprichoso
por donde te encaminas hacia mí.

Y hoja por hoja,
sin miedo a que se escape tu mirada
con algún dios que cruza por la esquina,
iremos, yo, tus ojos y yo, mientras descansas,
bajo los tersos párpados vacíos,
a cazar puentes, puentes como liebres,
por los campos del tiempo que vivimos.

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