viernes, 9 de julio de 2010

Noche.



Por eso cada noche me muero, y mis mañanas me hacen vivir, así de día tengo mis años, y en cambio de noche, mis años veloces, me tienen a mí.

Ella no recordaba ninguno de sus sueños.
Ella solo quería llegar a su casa, subir las escaleras y tumbarse a su cama a llorar, a veces los problemas la abrumaban tanto que no podía con ellos. Ella solo quería terminar de llorar, tocar la guitarra, practicar sus lecciones de piano, cantar canciones en portugués, relajarse y por fin dormir. Ella quería un poco de privacidad, pero terminó en el cuarto de su hermano, rogando por que, como siempre, llegara un poco tarde, escribiendo lo mal que se sentía y deseando no ser tan egoísta.
Ella en verdad quería hacer todas esas cosas, pero, como ella ya sabia, terminaría acostada en su rincón de la cama, con un nudo en la garganta, esperando a que el sueño la consumiera, y despertaría en la mañana con una falsa sonrisa, esa sonrisa que practicó por toda su vida, y así pasará el día, hasta que, de nuevo en la noche, recuerde, en sus sueños, lo mal que se siente y así descargar sus pesares. Ella por fin descubrió, porque nunca podía recordar ninguno de sus sueños.

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